Qué llevamos para aguantar el ritmo: salud en viajes intensos (y con pocas horas de sueño)
Hay viajes tranquilos y luego están esos en los que todo ocurre a la vez: cambio de huso horario, tres trenes seguidos, días con un calor infernal o noches de poco dormir. Nos encantan ambos, pero para los segundos, vamos con la mochila un poco más preparada.
¿Y que no puede faltar? Lo primero, agua como si fuéramos al desierto. De hecho, en nuestro primer viaje a París nos pilló una ola de calor y gastamos más en agua que en museos. Tampoco puede faltar algo de fruta, aunque si es un viaje internacional ten cuidado porque en Perú se nos olvidó que llevábamos dos manzanas y la liamos al pasar la aduana. También solemos llevar frutos secos y por supuesto, la rebequita para el avión, que a veces parece que en lugar de volar te han desterrado a Siberia. ¡Ah! Y siempre, pero siempre, un pequeño botiquín. Si no sabes qué meter, aquí te dejamos nuestra guía completa para preparar un botiquín de viaje.
Pero además de los clásicos, hay algo que cada vez vemos más en aeropuertos, mochilas o neceseres de otros viajeros: las vitaminas en formato gominola.
Contenidos del post
A mis años metiendo gominolas en el botiquín de viaje, así estamos
Vale, la primera vez que las vimos pensamos “los chuches dan energía, pero que gente más gocha”. Sin embargo, no es ningún secreto que los suplementos se han vuelto parte del equipaje de muchos. Lo que nos ha sorprendido últimamente es ver cómo crecen los formatos tipo “gominola”, sobre todo entre quienes viajan con poco equipaje o en vuelos low cost dónde no te caben ni las piernas.
Se trata de pequeños comprimidos blandos —más parecidos a un osito de gelatina que a una cápsula de farmacia— que combinan vitaminas con ingredientes funcionales. Hay versiones con colágeno, otras con maca andina (de la que hablamos más abajo), algunas con melatonina y otras pensadas para reforzar el sistema inmune.
El principal motivo por el que parece que muchos las eligen: no pesan, no necesitan agua y no parecen medicamento. Ideal para quienes no quieren complicarse ni llenar la mochila de botes.
Colágeno en la mochila: lo que hemos visto
Uno de los suplementos que más hemos visto en este formato es el colágeno, especialmente en destinos calurosos o secos, donde la piel sufre más de lo normal.
A nosotros nos sigue funcionando mejor el agua y la crema solar, pero entendemos por qué algunos viajeros, sobre todo quienes hacen viajes largos o con cambios de clima frecuentes, añaden este tipo de productos a su rutina.
¿Y la maca? Un recuerdo del altiplano
Que sí, que la fama la tiene la coca, pero en el altiplano andino descubrimos los beneficios de la maca para combatir el mal de altura. La maca la probé por primera vez en Puno. Por cómo me la vendieron parecía que me iba a transformar en una divinidad inca. Al final es cierto que redujo mi dolor de cabeza, así que me salió a cuenta. Es buena, pero no es un “superalimento mágico” como a veces se vende. Y por supuesto no aumenta la fertilidad, aunque si quieres usarlo como excusa…
Hoy en día se incluye también en suplementos para viajeros que buscan mantener el ritmo físico o reducir la fatiga. Algunos de estos productos combinan maca con vitaminas y vienen en esos formatos masticables de los que hablábamos antes. Si quieres saber más, aquí puedes consultar las propiedades de la maca.
Trucos reales (sin promesas) para mantener el ritmo
No hay fórmula mágica para llegar fresco como una manzana a las 11 de la noche después de un día caminando más de 30 Km. callejeando y viendo museos. Por cierto, lo de los 30 Km. lo hicimos hasta cuando visitamos Ávila, y un amigo que vive allí nos preguntó si habíamos estado dando vueltas alrededor de la muralla. Así que empezamos a aplicar truquillos que nos ayudan a recuperarnos de esas jornadas agotadoras. Por ejemplo, yo me duermo cuando puedo, aunque sea una cabezada rápida en el tren o en un vuelo corto. También intento cenar sentada, aunque durante el día haya comido cualquier cosa a la carrera. Lo de parar y relajarte mientras cenas es ideal para preparar el cuerpo para el descanso. Y un pequeño paseo para no acostarte con la tripa llena también.
Otra costumbre que tengo es apoyar los pies cada vez que puedo, aunque sea diez minutos. Antes no lo hacía y acababa con las “mollitas” hechas polvo. Y por último lo que más me ha costado “no se puede ver todo”. Antes tenía la sensación de que si no lo hacía desaprovechaba el viaje, pero al final he aprendido a disfrutar y no andar corriendo una maratón.
Ten también en cuenta que los suplementos, sean en gominola o no, pueden ser útiles como apoyo puntual, pero no sustituyen al descanso ni a una alimentación decente. Como con todo, las cosas con cabeza. Aunque son una alternativa mucho mejor al abuso de antinflamatorios por el palizón que te estás danto. Yo lo hice en mi juventud en Roma y París y te juro que nunca más.
En resumen
Aunque nos costó, ya hemos abandonado definitivamente las medicinas, salvo por causa plenamente justificada. En cuanto a los suplementos, nosotros no usamos estos productos de forma habitual. Sin embargo, los hemos visto ganar espacio en las mochilas de muchos viajeros. Normal porque ocupan poco y te ayudan a sobrellevar el ritmo sin medicarte. Si encajan contigo, pueden ser un buen complemento más que una solución. Por supuesto, no te lo tomes a lo loco, que no son simples caramelos.
Cuida el cuerpo, que luego te falla en la mejor parte del viaje y lo mismo tardas años en volver a ese destino… o incluso no vuelves nunca. Y tú, ¿los has probado? ¿Te funcionan? Cuéntanoslo, que aquí se aprende también leyendo a otros viajeros. ¡Hasta pronto!
Contenido elaborado en colaboración con Bears Benefits.
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