Navaluenga, piscinas naturales en las faldas de Gredos
Cuando suben las temperaturas, Navaluenga se convierte en uno de los destinos más refrescantes del Valle del Alberche. Este encantador pueblo de Ávila, muy cerca de Madrid, es perfecto para escapar del calor sin hacer muchos kilómetros. Las piscinas naturales de Navaluenga, formadas por el río y rodeadas de montañas, son un plan infalible para quienes buscan naturaleza con algo más. Porque Navaluenga no solo es agua para mitigar los calores veraniegos: aquí también hay patrimonio, tradiciones curiosas y un entorno natural que invita a quedarse. ¿Te vienes a comprobarlo?
Por supuesto, si sólo buscas información sobre las piscinas naturales de Navaluenga te lo ponemos fácil. Más abajo te contamos cómo son, qué llevar, y cómo disfrutar este rincón del Alberche. Pero si te quedas, descubrirás leyendas, patrimonio y rincones secretos que hacen de Navaluenga mucho más que un chapuzón .
Y es que pocos pueblos pueden presumir de tener, al mismo tiempo, piscinas naturales perfectamente equipadas, rutas de senderismo por una reserva natural y un patrimonio que abarca desde visigodos hasta Lope de Vega. Navaluenga no solo es una escapada perfecta para el verano, también es un destino ideal todo el año. Un lugar donde los romanceros compiten en Semana Santa y donde cada rincón tiene algo que contar. Por tener tiene hasta setas, pues hace tiempo fue sede de la V Tuitquedada Micológica.

Aunque en otoño no puedes disfrutar de las piscinas naturales de Navaluenga tienes estampas como esta
Contenidos del post
- 1 Pinceladas de historia de Navaluenga
- 2 Patrimonio de Navaluenga: historia a pie de calle
- 3 Un poco más allá y el entorno de Navaluenga
- 4 Senderismo en Navaluenga: rutas entre gargantas, bosques y buitres negros
- 5 Organiza tu escapada a Navaluenga y sus piscinas naturales
El nombre de Navaluenga sigue siendo un pequeño misterio. Aunque no se conoce su origen exacto, parece derivar de las navas, esas llanuras sin árboles que suelen encontrarse entre montañas. A menudo se dice que “nava” proviene del latín, pero en realidad podría tener un origen aún más antiguo, pre-celta . Lo que sí está claro es que el río que atraviesa el pueblo, el Alberche, debe su nombre a los árabes: Al-Birka, que significa alberca o depósito de agua. Y es que aquí, el paisaje ha sido siempre tan protagonista como quienes lo habitaron.
De los visigodos a la repoblación y el poder local
El primer asentamiento estable del que se tiene constancia se remonta nada menos que al siglo VII, en plena época visigoda. Fue en el Cerrillo de San Marcos, una pequeña elevación desde la que se domina el entorno, y que todavía conserva restos arqueológicos. Con la llegada de los musulmanes, surgió una comunidad mozárabe —cristianos que vivían bajo dominio islámico— que entre los siglos IX y XI se asentó al norte del casco urbano actual, en lo que hoy conocemos como la zona de Fuenteávila.
A partir del s. XI, la zona fue repoblada con gentes del norte de la península, a quienes se ofrecieron derechos y privilegios para animarles a establecerse… algo comprensible si tenemos en cuenta el frío que hace en invierno . En documentos del s. XII ya aparece mencionada como Navam-Longam, lo que indica una continuidad poblacional y administrativa. Durante los siglos siguientes, los densos bosques que rodeaban Navaluenga atrajeron incluso a la monarquía castellana, que venía a la zona a cazar osos . En el s. XIII se constituyó el Concejo del Burgo, un órgano que agrupaba a varios pueblos de la comarca —entre ellos Navaluenga— y que actuó como contrapeso al poder feudal de la colegiata-abadía de Burgohondo.
El puente sobre el Alberche
Ya en el s. XIII, Navaluenga empezó a consolidarse como núcleo poblacional gracias a la construcción de una primera ermita. Este pequeño templo marcó el inicio de la vida religiosa organizada en la zona. Siglos después, en el s. XVI, la construcción de un puente sobre el río Alberche supuso un importante impulso económico. Este puente permitía el paso del ganado hacia la sierra a cambio del pago de un portazgo, lo que convirtió al municipio en un punto estratégico del tránsito trashumante.
Con el paso del tiempo, la población fue creciendo, y con ella surgieron nuevas tradiciones que siguen vivas siglos después. Una de las más singulares es, sin duda, la que tiene lugar cada Jueves Santo…
La procesión de los romances: fe, tradición y un pique sano
Desde hace siglos, el acto principal de la Semana Santa de Navaluenga es la singular Procesión de «Los Romances», declarada Fiesta de Interés Turístico Regional. Cada Jueves Santo, dos cuadrillas de romanceros compiten entonando —¡nada menos que 300 versos! — de las Rimas Sacras de Lope de Vega.
Si alguien se equivoca, su grupo pierde… y debe invitar al otro. Aunque lo habitual es que nadie falle, así que al final quien paga la ronda es el Ayuntamiento . ¿Y qué relación tiene el «Fénix de los Ingenios» con el pueblo? Algunos autores apuntan a sus visitas al Valle del Alberche como secretario personal de D. Pedro Dávila, señor de las Navas. Tal vez aquellos viajes inspiraran los XIV Romances a la Pasión de Cristo que hoy resuenan cada año en las calles de Navaluenga.
Tras siglos de historia local marcada por la vida religiosa, las tradiciones y la actividad ganadera, Navaluenga entra en el s. XIX con un cambio importante: la desamortización. A raíz de este proceso, que afectó a buena parte del patrimonio eclesiástico en toda España, se reutilizaron antiguos edificios para usos civiles. Así, lo que antes fue cárcel pasó a convertirse en la actual casa consistorial, sede del Ayuntamiento y símbolo del nuevo orden municipal.
Aunque las aguas del río Alberche han acompañado la historia de Navaluenga desde sus orígenes, no fue hasta mediados del s. XX cuando comenzaron a acondicionarse como zona de baño. Aprovechando su cauce tranquilo y su entorno natural privilegiado, el Ayuntamiento creó pequeñas presas que forman lo que hoy conocemos como las piscinas naturales de Navaluenga.
Navaluenga no solo admira a Lope de Vega por sus versos religiosos. En 1977, el espíritu de Fuenteovejuna cobró vida en este rincón de Ávila. Algunos vecinos fueron detenidos, acusados de robar un toro y provocar disturbios frente al cuartel de la Guardia Civil. Pero lo verdaderamente sorprendente vino después…
El gobernador civil de Ávila recibió un escrito firmado por casi todos los habitantes del pueblo haciéndose colectivamente responsables de lo ocurrido. Como en la famosa obra del Siglo de Oro, Navaluenga fue como Fuenteovejuna, y «todo el pueblo, lo hizo a una».
Navaluenga no solo es naturaleza. También conserva un interesante conjunto de patrimonio rural, religioso y etnográfico que puedes descubrir con un paseo tranquilo por el pueblo. Entre cruces góticas, puentes centenarios y antiguas tradiciones ganaderas, esta ruta te lleva por los rincones más emblemáticos del casco urbano.
La Iglesia de Nuestra Señora de los Villares
Nuestro recorrido empieza al norte del centro, en la Iglesia de Nuestra Señora de los Villares, de origen medieval. Aunque ha sufrido numerosas reformas, conserva elementos del s. XIII, como su pila bautismal románica. También destacan cuatro arcos del s. XV con columnas y capiteles góticos, así como la Cruz del Cerrillo de San Marcos, situada en el jardín. Esta cruz conserva inscripciones góticas en la base y es uno de los símbolos más antiguos del pueblo.
El potro de herrar: tradición ganadera
Muy cerca de la iglesia está el potro de herrar, una estructura de madera y piedra recientemente restaurada. Se utilizaba para inmovilizar a los animales mientras se les colocaban las herraduras, y es una muestra viva de la economía ganadera que marcó la historia del municipio durante siglos.
El puente «románico»
Desde la iglesia bajamos hacia uno de los lugares más fotogénicos de Navaluenga, su puente del s. XVI. Conocido popularmente como «puente románico» por su aspecto, en realidad es renacentista. Se construyó para facilitar el paso del ganado hacia la sierra y generar ingresos cobrando un portazgo. En las barandillas del puente hay 16 cruces de distinto tamaño y distribución. Su función era protectora, y entre ellas hay pequeñas cazoletas dónde los viajeros colocaban velas antes de salir de la población. Hoy el puente es peatonal, y sigue siendo uno de los imprescindibles que ver en Navaluenga. Y no sólo por su historia y su entorno, sino por las leyendas que lo rodean.
La más inquietante cuenta que, cada cien años, un vecino del pueblo sueña que debe acudir al puente a medianoche. Allí, del río emerge un toro espectral que sólo puede ser ahuyentado si se le coloca un rosario entre las astas. Más conocida es la historia de una joven mora que cruzaba el Alberche cada tarde para tejer en la otra orilla. Un día no regresó. Dicen que fue devorada por los lobos, y por eso se decidió construir el puente, pues de haber existido ella habría podido salvarse. ¿Sabías que hay quien asegura que en algunas noches su espectro sigue vagando por la ribera ?
La Ermita de San Isidro
Junto al puente se encuentra la Ermita de San Isidro, construida en los años 40. Aunque más reciente, su localización junto al río y su sencillez rural la integran perfectamente en el paisaje tradicional.
El Ayuntamiento: de cárcel a centro neurálgico
Presidiendo la Plaza de España, el Ayuntamiento de Navaluenga es mucho más que un edificio administrativo: es un testigo vivo de la historia local. Construido en el s. XVIII, este edificio ha cumplido diversas funciones a lo largo del tiempo, incluyendo cárcel, escuela y juzgado. Aunque ha sido restaurado, conserva elementos originales como la barandilla de hierro del balcón y el reloj con su campana. Según la tradición local, su diseño se atribuye al arquitecto Juan de Villanueva, autor de obras emblemáticas como el Museo del Prado.
Uno de los grandes atractivos de Navaluenga en verano son sus piscinas naturales, formadas gracias a pequeñas presas que regulan el cauce del río Alberche. El entorno está acondicionado con zonas verdes, arena, merenderos y duchas, lo que las convierte en un lugar ideal para pasar el día en familia o con amigos. Eso sí, prepárate: el agua está bastante fría incluso en pleno agosto, lo que en realidad se agradece cuando el calor aprieta.
Consejos para disfrutar (y cuidar) este entorno
Como estás bañándote en un río vivo, donde habitan peces y otras especies, es importante usar cremas solares biodegradables o respetuosas con el medio acuático. El fondo es de cantos rodados, así que unas chanclas o escarpines te vendrán de maravilla para caminar sin resbalar. También conviene llevar parasol o sombrilla, porque las sombras naturales son escasas y muy cotizadas en las horas centrales del día. Por último, ten en cuenta que sólo se puede comer en los espacios habilitados para ello, como el área de merendero. Y por supuesto, si decides llevar comida, recuerda recoger todos los residuos. Estás en un en plena naturaleza y el entorno lo merece.
Más allá del núcleo urbano hay muchos otros puntos de interés que merecen la pena. Por eso, no te vayas todavía, que te dejas un montón de cosas que ver en Navaluenga.
Ermita de la Virgen de la Merced
Situada en el paraje de «Las Erillas», junto al Camino Viejo de Burgohondo, esta ermita data probablemente del s. XVII. Construida en mampostería con refuerzos de granito, en sus muros se conservan las bases de dos cruces. La imagen original de la Virgen fue destruida durante la Guerra Civil, pero la devoción se mantiene viva. Durante la Procesión de los Romances, las mujeres entonan desde su interior «La Despedida», una tradición que añade un toque muy especial a esta singular celebración.
Ermita de la Virgen del Espino
Ubicada en plena sierra, a 1.800 metros de altitud, esta ermita es el destino de una romería anual que congrega a vecinos y visitantes. Aunque no se dispone de una fecha exacta de construcción, su emplazamiento elevado ofrece unas vistas espectaculares del valle.
Necrópolis de Fuenteávila
Al norte del casco urbano, cerca de la urbanización La Viña, se encuentra este yacimiento arqueológico altomedieval. Datado entre los siglos IX y XII, la necrópolis está compuesta por al menos 15 sepulturas excavadas en lanchares graníticos, distribuidas en pequeños grupos. Estas tumbas pertenecían a comunidades cristianas rurales cuya economía se basaba en la ganadería, y que se mantuvieron al margen de los grandes centros de influencia.
Navaluenga no solo ofrece un refrescante baño en sus piscinas naturales, también es un punto de partida ideal para explorar la cara norte de la Sierra de Gredos. ¿Te gusta la naturaleza? Pues desde la propia población tienes senderos que se adentran en gargantas, castañares y pinares.
Una opción sencilla y cercana es la ruta circular que sigue el curso del río Alberche hasta el embalse del Burguillo, pasando por el puente románico. Este recorrido de aproximadamente 14 km ida y vuelta, permite disfrutar de la tranquilidad del entorno y de vistas espectaculares del valle.

Si vas en otoño, la ruta micológica de La Lobera es ideal. Menos de 5 Km., circular y atraviesa un despoblado
Para los más aventureros, la Reserva Natural del Valle de Iruelas, ubicada a pocos kilómetros de Navaluenga, ofrece rutas más exigentes. Este espacio protegido alberga una de las colonias de buitre negro más importantes de Europa y una rica biodiversidad de flora y fauna. Entre las rutas destacadas se encuentra la travesía por las gargantas de Navaluenga, un recorrido semicircular de 16,5 km con un desnivel positivo de 807 m, ideal para los amantes del senderismo de montaña.
Así que, si buscas combinar un chapuzón en las piscinas naturales de Navaluenga con una inmersión en la naturaleza, este rincón de Ávila te ofrece planes para todos los gustos. Ya has visto que hay mucho por descubrir, y esta bella localidad abulense bien merece una escapada de fin de semana ¡Hasta pronto!
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