Visita a los molinos de Alcázar de San Juan
No se sabe que molinos inspiraron a Miguel de Cervantes cuando escribió el pasaje más famoso de Don Quijote de la Mancha, aunque bien pudieron ser los molinos de viento de Alcázar de San Juan.
«…ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla…»
…
«Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino»
En el término municipal de Alcázar de San Juan hubo hasta 19 molinos de viento, de los cuales se conservan tres más uno construido en fechas recientes en el Cerro de San Antón, a modo de atalayas sobre el espectacular paisaje que le ha valido el sobrenombre de Mirador de la Mancha.
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Pinceladas de historia
En Alcázar de San Juan el desarrollo de los molinos de viento fue posterior al de otras zonas debido a la vinculación de la ciudad con la Orden de San Juan de Jerusalén, conocida en la actualidad como Orden de Malta.
La Orden no permitía la construcción de molinos de viento y obligaba a los campesinos a utilizar sus molinos de agua.
En el s. XVI el crecimiento de la población hizo necesario moler más grano y por eso se construyeron molinos de viento, que se siguieron usando hasta mediados del s. XX.
El molino manchego
Los molinos españoles presentan importantes mejoras técnicas respecto a los molinos europeos, al estar construidos dentro de un edificio sólido en el cual sólo gira el techo en busca de vientos favorables. Estas maravillas industriales de la época eran fruto de la aplicación de numerosos principios físicos, como la transformación de energía eólica en mecánica para la molienda, o la gravedad, que hace caer la harina a los pisos inferiores.
Para saber por dónde sopla el viento y orientar las aspas, el molino tiene en la parte superior doce ventanucos, uno por cada viento que hay en la zona. El palo de gobierno permitía al molinero mover las tres toneladas del tejado del molino sobre un carril de madera engrasado y así poder aprovechar la fuerza del viento.
Los molinos manchegos se distribuyen en tres plantas diferenciadas:
- Silo: es la parte de abajo dónde se dejaban las mulas y se almacenaba el grano. Allí nace la escalera de caracol que da acceso al resto de plantas.
- Camareta: es la parte media del molino, dónde se limpia el grano, se guardan los lienzos de las aspas y los utensilios de molienda. También solía recogerse aquí la harina que baja de la planta de arriba para tamizarla.
- Moledero: es la parte más alta del molino, en la cual de encuentran las piedras de la molienda y toda la maquinaria.
Cuando el viento mueve las aspas del molino, estas hacen girar un eje de más de una tonelada que a su vez mueve la rueda principal, llamada rueda Catalina en honor de la patrona de los molineros, Santa Catalina de Alejandría, que fue martirizada en una rueda con cuchillas por los romanos.
La rueda catalina tiene 40 dientes de madera, que hacen girar una rueda más pequeña llamada rueda linterna, transformando el movimiento giratorio vertical en horizontal. Este movimiento horizontal es necesario para hacer girar la piedra volandera, llamada así porque cuando está funcionando va tan rápido que parece volar. Debajo de la volandera hay una piedra llamada solera porque está fija en el suelo. Cada una de estas piedras pesaba casi 1 tonelada, y tenían talladas estrías para facilitar la molienda.
Para construir un molino se usaban tres tipos de madera, el álamo negro para el exterior por su resistencia, la encina para las piezas móviles por su dureza y el pino para el resto.
Los molineros
Para manejar un molino sólo se necesita un molinero y un ayudante o saquillero, que subía los sacos de dos fanegas (80 Kg.) hasta las piedras de moler. El molinero sólo trabajaba durante períodos cortos de tiempo después de las cosechas por lo que debía conocer bien su oficio si quería vivir durante el resto del año. Un buen molinero debía saber orientar bien el molino, para aprovechar cada día de viento, y tener un buen oído, para saber la finura de la molienda escuchando el ruido de la fricción de las piedras.
Mediante sogas y contrapesos, una palanca llamada palo de alivio controla la distancia entre la volandera y la solera, permitiendo obtener una harina más fina para hacer pan o más gruesa, para alimentar a los animales.
El molinero cobraba su trabajo quedándose un porcentaje de la harina pactado previamente con el dueño del grano, un acuerdo sencillo que trajo muchos problemas, como atestigua el dicho popular ”de molinero cambiaras pero de ladrón no escaparas”.
La molienda
El cereal se echa en una especie de embudo llamado tolva y cae al interior de las piedras por un conducto llamado, por la forma que tiene, guitarra. La guitarra actúa como dispensador automático de grano, regulando la cantidad del mismo en función de la velocidad de giro, ya que si hay mucho grano colapsaría el molino y si hay poco la fricción destrozaría las piedras. La guitarra cumple su función porque su brazo está en contacto con el eje cuadrado de la rueda linterna, de modo que el molinero no debe intervenir en el proceso.
Una vez el grano llega al interior de las piedras, el movimiento circular centrífugo hacen que vaya del centro al exterior. Las estrías de las piedras rompen el grano y luego lo trituran, haciendo la harina. Para evitar que la harina se salga ambas piedras se cubren con cajones, dejando sólo un conducto de salida, o canaleta, que la transporta a la parte inferior.
Cuando se termina de moler o cuando el viento cambia el molinero utilizaba un freno de zapata como el de una bicicleta, que actuaba sobre la rueda Catalina impidiendo su giro y parando toda la maquinaria.
Los cuatro molinos de Alcázar de San Juan
Como no podía ser de otro modo, estos cuatro molinos llevan nombres relacionados con la mejor novela de la historia:
Rocinante es llamado así por el caballo de Don Quijote, y alberga un centro de interpretación del paisaje manchego explicando como ha cambiado desde el s. XVI hasta nuestros días.
Fierabrás recibe su nombre del mágico bálsamo que curaba todas las dolencias, y su reconstruida maquinaria se utiliza para realizar moliendas tradicionales en festejos y otras ocasiones especiales.
Dulcinea era el nombre de la amada de Don Quijote, y así se llama este molino, que no es visitable.
Y por último está… ¿Barcelona? … Don Quijote estuvo en Barcelona, y Cervantes dedicó grandes elogios a la ciudad, pero el nombre de este molino, que no es visitable, no tiene que ver con nuestro héroe literario. El molino se construyó en los años 60 y recibe este nombre en agradecimiento al Ayuntamiento de Barcelona por el regalo de una réplica de la farola de la fuente de Canaletas.
Localización: Cerro de San Antón.
Acceso: En coche por la CM-42 hacia Tomelloso. Andando son algo más de 3 Km (40 min.). En la Oficina de Turismo de Alcázar de San Juan informan de las empresas que hacen visitas guiadas. Un taxi ida y vuelta puede costar unos 20 € según el tiempo de espera.Horario: De Viernes a Domingo de 10:30h. a 13:30h. y de 16:00h. a 18:00h (a 20:00h en verano)
Precio: Acceso gratuito.
—¡Válame Dios! —dijo Sancho—. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?
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