Carcassonne, por fin en nuestro destino
Cuando planificamos nuestro viaje por el sur de Francia, Carcassonne era uno de nuestros objetivos, pero decidimos realizar un trayecto tranquilo descubriendo lugares no tan turísticos como Salses-Le-Château, las Gorges de Galamus, Villerouge-Termenés o Termes en lugar de ir a la carrera para llegar en un par de días. Así, una semana después de descubrir pequeñas maravillas del País Cátaro llegamos ¡por fin! a esta formidable ciudadela amurallada.
Durante la mañana, habíamos visto Lagrasse y su antigua abadía Benedictina. El día se había abierto y el sol se desparramaba por este bello entorno natural que nos recordaba un poco a Escocia. Con un día tan bueno, lo mejor era utilizar parte de las provisiones de nuestro coche y parar en un merendero cercano.
Los merenderos en el sur de Francia están perfectamente equipados con sillas y mesas de madera, fuentes de agua potable y cubos de basura. Este concretamente tenía hasta una especie de caseta para hacer barbacoas. Además, el entorno estaba rodeado de árboles altos y detrás corría un pequeño riachuelo, todo bastante idílico.
Trèbes
En menos de media hora llegamos al pueblo de Trèbes. La zona circundante estaba habitada hace ya seis milenios y aproximadamente un milenio más tarde se creó un primer asentamiento aprovechando la defensa natural proporcionada por la confluencia de los ríos Aude y Orbieu.
De la época romana proviene su nombre, «Tresmals», por los «tres vados» que permitían entrar en la aldea. En el s. XIII los vados habían sido sustituidos por puentes, y como en occitano el nombre significaba «tres males», las autoridades locales decidieron cambiarlo por TresBens, o «tres bienes»
Durante la Edad Media la población creció lentamente, hasta la estallido demográfico que supuso la construcción del canal du Midi (s. XVII) y el establecimiento del ferrocarril (s. XIX).
Para que os ubiquéis mejor os dejamos este mapa de Trèbes. Las calles estrechas y sin aceras de Trèbes confluyen en la iglesia gótica de Saint-Etienne (s. XIV). Construida sobre una edificación anterior, el sencillo templo de una sola nave esconde en su interior un auténtico tesoro, más de trescientas ménsulas de roble policromadas que soportan las vigas de la estructura y la cubierta.
Hasta que se restauró la iglesia hace unas décadas no fueron descubiertas, pues estaban tapadas por un techo de escayola.
La visita guiada en francés, inglés o español es con cita previa en la Oficina de Turismo, y por eso no pudimos verla 🙁 Si vais un domingo podréis verla antes de la misa de las 10:30.
Nosotros aprovechamos que Turismo estaba a las orillas del canal du Midi y dimos un agradable paseo por la zona.
Carcassonne
Nuestro destino estaba ya a un paso y nos dirigimos a nuestro alojamiento y «campamento base» para los próximos días, el B&B Les Florentines. Cuando llegamos nuestra anfitriona Brigitte no se encontraba, así que dimos un par de vueltas para aparcar. En la calle dónde está el alojamiento es imposible aparcar, pero en las cercanas Rue Trivale (ojo, sólo de bajada) y Rue Gustave Nadaud se encuentra sitio sin problemas… ¡y es gratis!
Una vez dejamos el coche, Brigitte ya estaba y nos dijo que estaba haciendo la compra. Ya habíamos cruzado algún correo con ella, pero en persona es todavía más encantadora. La casa es antigua, sin ascensor y a pesar de los repetidores el WIFI es muy deficiente en las habitaciones, pero estas son muy amplias, la ubicación es inmejorable, Brigitte es un cielo de persona y el desayuno es maravilloso 🙂
Si os queréis dar un caprichazo coged la habitación Florentine en el último piso. Es el único bloque de los alrededores que tiene una terraza que da directamente a la ciudadela de Carcassonne, y está precisamente en esta habitación.
Dejamos los bártulos y fuimos a la entrada principal de la Cité de Carcassonne, la Puerta de Narbona, en su lado oriental. La ciudadela es espectacular, gracias a los grandes trabajos de restauración realizados en el s. XIX que le han valido ser catalogada como Patrimonio de la Humanidad.
A pesar de la hora, en este sitio empezamos a sentir la «presión turística», pues había cantidad de gente. Además, la fiesta nacional del 14 de julio estaba muy cercana, y se notaba la animación en la ciudad.
La ciudadela amurallada tiene habilitado un recorrido circular que permite ver toda la zona exterior de las murallas y nosotros lo seguimos casi entero. Luego nos dirigimos al Puente Viejo (Pont Vieux) desde donde disfrutamos de un atardecer maravilloso contemplando la magnificencia de la Ciudadela. Por la mañana no es recomendable ir, porque el sol lo tienes de cara.
El Puente Viejo (s. XIV) sobre el río Aude tiene doce arcos y es parte del Camino de Santiago del sur de Francia. En su época era la única manera de cruzar desde la Cité de Carcassonne a la Bastida de San Luis.
Ya era «tarde» para el estandar europeo, así que decidimos comer de nuestras raciones e irnos pronto a dormir, porque el día había sido muy completo y al día siguiente teníamos mucho que hacer… ¡¡hasta pronto!!