Murillo de Gállego, turismo de naturaleza a los pies del prepirineo
Después de visitar los imponentes Mallos de Aguero, fuimos a nuestro siguiente destino, Murillo de Gállego, a unos 15 minutos. Esta localidad situada en pendiente fue parte del efímero reino de Berta de Aragón en el s. XI, y aunque casi nada queda ya de su orgulloso castillo, si podemos admirar su bella iglesia de planta basilical y sus increíbles mallos.
Como eran las dos, decidimos dejar el coche en el centro del pueblo y comer en el primer bar que viésemos. ¿En España no hay un bar en cada plaza de pueblo? 🙂 Aparcamos en un descampado a los pies de la de la Iglesia de El Salvador, pero cuando subimos… nuestro gozo en un pozo ¡ni un bar en toda la plaza!
Preguntamos a una familia dónde comer y si sabían los horarios de la iglesia. De los horarios no sabían nada, pero nos indicaron un bar cercano, el Bar Gurugú, pero era más bien una cafetería y no servían comidas. En el bar nos dijeron que para comer deberíamos bajar a la carretera y que la llave de la iglesia la tenía un tal David, que casualmente vivía en esa misma calle, tirando hacia la plaza, aunque a estas horas con toda seguridad no estaría.
Volvimos al coche y bajamos a la carretera parando en el Hostal Los Mallos, que también tiene cafetería y restaurante. Allí comimos dos bocadillos «light» de chistorra con queso y lomo con pimientos con su botella de agua de litro y medio por 12 €. Los bocadillos eran muy generosos, y después de la cena de ayer no éramos capaces de comernos un menú.
Como anécdota ¡me quedé otra vez encerrada en el baño! Ya llevo varios viajes con el mismo problema 😥 Menos mal que pasó el camarero de la barra cerca, que si no José se come mi bocadillo 🙂
De Murillo de Gallego no llevábamos mucha información porque pertenece a Zaragoza y no aparecen en los folletos de los Mallos y de la Hoya de Huesca… ¡¡pero si la historia y la geografía no entienden de Provincias!! La Hoya de Huesca incluye también los municipios zaragozanos de Murillo de Gállego y Santa Eulalia de Gállego… Os dejamos este mapa del pueblo para ubicaros mejor.
En el bar nos dieron indicaciones para acceder a los puntos de interés de Murillo de Gállego y también nos informaron sobre la ruta hacia Riglos atravesando el río. Como habíamos tenido problemas al aparcar el coche en el pueblo y había que bajar el pedazo de bocata, dejamos el coche allí y andamos para quemar calorías. Cuando subo una cuesta pienso que fortalezco mi trasero y aunque me canse, me consuelo 🙂
Tomamos la Calle Barella (en el mapa aparece con una «i» de información), siguiendo los letreros hacia la Iglesia de la Virgen de Liena que aunque está muy restaurada, conserva una ventana geminada (s. X) con dos arcos y los restos de una necrópolis medieval excavada en la roca. Tenéis más información en la estupenda página www.romanicoaragones.com.
Un poco más arriba os encontraréis con el Mirador de la Reina, que ofrece una de las mejores vistas de los Mallos, en nuestra opinión sólo superada por la del Mirador de los Buitres en Sarsamarcuello. A un lado tenéis el pueblo de Murillo de Gállego, con la Iglesia de El Salvador:
Al otro lado, una vista completa de los Mallos de Murillo y los Mallos de Riglos:
Desde hace unos años existe una Ruta Geológica Transpirenáica, la primera ruta geológica internacional. En los 200 Km. que separan a Belair (Francia) y Riglos, se ilustra claramente la formación de los Pirineos. Aquí tenéis un acceso directo al libro guía de la ruta, que nosotros pretendemos hacer en una futura visita a la zona. ¡OJO! Si navegáis con Chrome desplazaros a la derecha una vez cargue la página para ver el libro.
El camino de regreso a la carretera se nos hizo más ameno y rápido, como no nos pesaba la barriga y además era cuesta abajo 😉 Cogimos el coche y tomamos el desvío que desde la carretera lleva al punto (2) del mapa de Murillo. Siguiendo este desvío os toparéis con el río Gállego, de aguas cristalinas. Hay un parking abajo donde dejar el coche.
Nosotros pretendíamos ir andando hacia Riglos, pero desde el parking de abajo el puente no es accesible, así que cogimos de nuevo el coche y dimos la vuelta completa hasta localizar el camino a media bajada hacia el río.
Estábamos ilusionados con ver los Mallos de Riglos al atardecer, con sus colores rojizos resaltados por la iluminación, pero olvidamos que en invierno no atardece, el sol «se cae». No vimos los Mallos de Riglos al atardecer, porque cuando nos dimos cuenta apenas había luz y debíamos volver al coche, pero quedó compensado por las vistas de las aguas del Gállego y de los Mallos de Murillo.
Como empezaba a refrescar, decidimos ir a Riglos a tomarnos un cafetito caliente y en sólo 15 minutos en coche llegamos. Murillo de Gállego y Riglos están a sólo 3 Km de distancia, separados por el río, pero la carretera serpentea durante 10 kilómetros 🙁 . Tenemos una teoría, como Murillo es de Zaragoza y Riglos de Huesca… por eso no hay carretera directa… quizá somos muy mal pensados y es todo por un tema ecológico, pero como la ecología por desgracia no es un valor en este país… ¡ya esta bien! vaya entrada más protestona estamos haciendo… volvemos al tema
Riglos ¡¡por fin!!
Antes de llegar a Riglos, hay una parada obligatoria en una curva dónde hay dos placas conmemorativas, la primera dedicada a los escaladores fallecidos durante el descubrimiento de las rutas de escalada de los Mallos, y otra dedicada a los pioneros de la escalada Alberto Rádaba y Erenesto Navarro, que en 1962 abrieron la cara oeste del Naranjo de Bulnes y fallecieron durante su ascenso al «ogro» suizo, el Eiger.
Tras este triste apunte, observamos los Mallos de Riglos bajo la última luz del día, una estampa muy memorable.
En el pueblo hay varios parking. El primero es enorme y el más recomendable si llevas una caravana o furgoneta. Los del interior del pueblo son más apropiados para turismos. Podéis meter en ellos una furgoneta igual, pero prepárate para hacer un montón de maniobras.
Recorrimos el pueblo entero hasta la parte más alta, dónde se encuentra la iglesia. Desde el Mirador de la Reina de Murillo, Riglos parece alejado de los Mallos, pero desde el pueblo la sensación es que se te van a caer encima :O . Como ya había muy poca luz, decidimos volver al día siguiente para verlo todo mejor.
Tomamos Café en el Bar el Puro, llamado así no porque se fume mucho 🙂 , sino por el nombre de uno de los mallos. Se encuentra en la calle carretera (muy original) y estaba lleno de escaladores de todas las nacionalidades. Daba gusto oírles hablar emocionados de la ruta que escalarían al día siguiente. Nos tomamos dos cafés con leche por 1,50€ cada uno y entramos un poquito en calor.
Aunque no era tarde, era ya noche cerrada, y pensamos en regresar a Murillo de Gállego para ver si podíamos visitar la iglesia. Subimos el coche hasta la plaza y aparcamos allí frente al ayuntamiento, abierto de par en par y lleno de niños con sus tablets aprovechando el wifi ¡¡bravo por el ayuntamiento de Murillo!!. Por contra, el vecino que tenía la llave de la iglesia todavía no estaba… ¡otro monumento sin ver! Luego queremos turismo todo el año, pero con los horarios de invierno al final la mayoría de personas sólo viajan en verano 🙁
Regreso a Loarre
Pusimos rumbo a Loarre y antes de ir a la Hospedería, reservamos para cenar en el restaurante que hay junto a la Cruz de Término, Casa O´Caminero a partir de las 20:30. Aparcamos en el parking trasero de la Hospedería, dejamos los bártulos en la habitación y nos plantamos en el hall para aprovechar el wifi y ponernos al día. Casi sin darnos cuenta nos dio la hora de forrarnos de nuevo y desafiar al cierzo para ir a cenar.
Vistos los precios de Casa O’Caminero, con raciones nos íbamos a unos 12 € sin bebida y nos decidimos por el menú de 14 € por persona con 5 primeros y 5 segundos a elegir. Yo pedí ensalada del tiempo con frutos secos (exquisitos los higos y el bacon), chuletitas de ternasco y tarta de queso. José fue más contundente, cocido de primero, parrillada de segundo y ni recuerdo el postre… una cena de maravilla con botella de vino de Cariñena y botellón de agua incluidos.
Había luna llena y se veía muy bien, pero el cierzo nos quitó las ganas de subir andando al Castillo. Peladitos de frío subimos la cuesta hasta la Hospedería y a descansar, que mañana es el último día pero todavía hay faena. ¡¡Hasta pronto!!