La Colegiata de Bolea y su retablo renacentista
Nuestro viaje por el Reino de los Mallos tocaba a su fin, pero de regreso a casa teníamos que hacer una parada para visitar la impresionante Colegiata de Bolea. Esta obra gótica alberga un excepcional y poco conocido retablo renacentista que bien merece hacer un alto en el viaje.
Eran las 13:30 pasadas, así que nos daba tiempo suficiente para llegar al último punto del día y del viaje, Bolea. La villa es la capital del municipio oscense (de Huesca) de La Sotonera, cuyo nombre proviene del río Sotón.
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Pinceladas de la historia de Bolea
Sus raíces íberas quedan demostradas por su propio nombre, que significa «cerro o colina redondo y seco». Los romanos fundarían allí Calagurris Fibularia, aunque algunos autores afirman que esa ciudad no es Bolea, sino la cercana Loarre.
Buluya, fue el nombre dado por los árabes, artífices de su castillo y sus murallas, hoy casi desaparecidos. Curiosamente, hasta el s. XII, Bolea se mantendría cómo el último enclave musulmán al norte de Huesca.
De su extensa historia destaca la obtención del título de Villa Real de las manos de Fernando el Católico. La Villa disfrutó de un gran auge hasta el s. XVIII, principalmente por ser parte de la Ruta Jacobea Catalana. Ya en 1973, se formaría el municipio de La Sotonera, del cual Bolea es su capital.
Visitando Bolea
La villa se abre en una estructura estrellada con calles estrechas en lo alto de un promontorio. Para evitar problemas de circulación, no se puede subir y bajar en coche por el mismo sitio. Os dejamos este mapa de Bolea para que os ubiquéis mejor. Para subir deberéis tomar la Calle Mayor. Nosotros nos pasamos de listos y quisimos aparcar en la misma puerta e la Colegiata. Como lección, nos tocó dar la vuelta completa para subir de nuevo y dejar el coche en la Plaza del Ayuntamiento 🤣.
Como anécdota, os contaremos que mientras dábamos la vuelta, vi una estatua/fuente muy original. Esta obra escultórica fue tallada de una piedra de molino de granito por Tony Page, como homenaje a su hijo fallecido en 2012.
Por cierto, si os fijáis veréis en la base una flecha amarilla, uno de los símbolos internacionales del Camino de Santiago. El caso es que me gustó tanto que dije a José ¡¡para, quiero sacarle una foto!!. Estaba yo tan concentrada con la cámara, que no vi un perro enorme 🐶 que casi se nos mete por la ventana del coche. José tan tranquilo y desternillado de la risa por el susto que me dio el animalito «pero cómo no lo has visto si era más grande que tú»… de verdad que paciencia tengo con este hombre 👿.
Os dejamos también este mapa de rutas con Bicicletas Todo Terreno (BTT) que esperemos que os sea útil.
Dónde comer en Bolea
Ya habíamos aparcado el coche correctamente en la Plaza del Ayuntamiento. Como la Colegiata no abría hasta las 16:00, decidimos comer tranquilamente. Eso sí no queríamos comer mucho, así que preguntamos en un local de la plaza con un letrero de «Restaurante» si tenían bocadillos. Nos dijeron que no, pero nos recomendaron el cercano Bar Restaurante Casa Rufino. Está un poco más abajo por la Calle Mayor y tiene una decoración estilo bodega. Estaba bastante lleno y con razón. Por 9,50 € tomamos dos bocadillos de lomo con pimientos y una botella de litro y medio de agua. Bueno, bonito y Barato, no se puede pedir más.
Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad
Ya con más fuerzas y como todavía teníamos tiempo de sobra, fuimos a la cercana Iglesia de Nuestra Señora de la Soledad. También se la llama Iglesia de Santo Tomas, por la Ermita románica sobre la que se construyó. Para variar, el templo estaba cerrado, pero al menos en el exterior hay un cartel para informar a los visitantes.
Justo al lado hay un arco, que hasta el s. XIX fue el acceso al Convento de la Trinidad, situado a las afueras de Bolea. Si tenéis tiempo, os dejamos las coordenadas de su ubicación original. Se encuentra a unos 4 Km. al norte de la villa, en las primeras estribaciones de la sierra. Quedan los restos de la iglesia, convertida en ermita, y del hospicio del convento.
El oculto pasado árabe de Bolea
Si atravesamos el arco y bajamos por el camino, llegaremos a la Fuente Vieja (s. XVII). Esta construcción está en el lateral de un depósito sobre el que existe un huerto. Se cree que ese depósito era parte de unos baños árabes de los que se aprovecharon las conducciones para hacer la fuente.
El desaparecido castillo emiral de Bolea
La climatología parecía intuir que nuestro viaje por el Reino de los Mallos estaba próximo a terminar. A pesar de las nubes grises y una ligera llovizna, decidimos subir al mirador del Fosal Viejo, justo al lado de la Colegiata. Este mirador nos permite imaginarnos como era el castillo de Bolea.
El castillo musulmán de Bolea fue construido a finales del s. IX, como parte de las defensas que rodeaban la ciudad de Huesca. Durante la Reconquista el castillo de Loarre y el de Bolea defendieron respectivamente la frontera cristiana y musulmana. Incluso después de la conquista de Huesca, esta fortaleza continuo un tiempo en manos musulmanas.
La Colegiata de Bolea
Parte del castillo fue reconvertido en la Colegiata de Bolea, y desde el s. XVI el único resto que queda de el es la llamada Calle del Castillo.
A pesar de que las vistas desde el mirador del Fosal Viejo son buenas, en un día gris y con viento no destacan. Antes de volarnos o empaparnos, corrimos a cobijarnos en la entrada de la Colegiata de Santa María La Mayor.
Del interior destacan sus magnificas bóvedas de crucería de estilo gótico aragonés del s. XVI.
Se nota que nos gustó mucho la Colegiata ¿verdad? A mi me encanta ese tipo de techo, que he bautizado como de «Contessa» (¡¡ups!! perdón por mencionar una marca 😅). El techo de la Colegiata es uno de los mejores que he visto, sobre todo por su magnífica conservación. Teniendo en cuenta la cantidad de catedrales, iglesias y ermitas visitadas tanto en España como en otros países, es mucho decir.
Hicimos un montón de fotos, aunque me quedo con esta divina vista.
El retablo de la Colegiata de Bolea, una obra maestra desconocida
Muchas veces grandes obras artísticas son injustamente ninguneadas porque no se les puede asignar un autor famoso. Ese es el caso del hermoso retablo renacentista de la Colegiata de Bolea. Sus pinturas fueron realizadas por un maestro de la pintura de nombre desconocido, al que se le conoce simplemente como el Maestro de Bolea.
Lo más destacable es que en pleno gótico en España, el Maestro de Bolea utilizó rasgos de la pintura flamenca, como el rico colorido, y de la italiana, como son la perspectiva, la iluminación y el uso de las sombras.
La Asociación de amigos de la Colegiata de Bolea
Hoy en día la Colegiata está abierta gracias a la Asociación de Amigos de la Colegiata de Bolea, que la mantienen y enseñan al público. Sólo se oficia en ella la misa de Navidad.
La entrada a la Colegiata de Bolea cuesta 2 € y te dan un folleto informativo muy útil. A la salida, hablamos un poco con la señora de la entrada. Al principio estuvo algo «seca»… ¡¡sería por subir andando la cuesta de la Colegiata después de comer y pasando frío ❄️!! . Eso sí, cambió el gesto en cuanto le dijimos lo que nos había gustado. Nos dijo que estaban bastante contentos porque en el puente habían tenido muchas visitas.
Nosotros desde aquí animamos a todo el mundo a que se acerque a Bolea a ver esta obra de arte. La verdad es que cuando leí en internet sus virtudes me parecía una exageración, pero de eso nada.
Adios a Bolea y al Reino de los Mallos
Con pena nos fuimos de Bolea y el cielo lloró por el final de nuestro viaje. De camino a casa paramos en un sitio que nos hace mucha gracia cada vez que pasamos, el Parador de Calatayud. No es un palacete ni un antiguo convento, sino un área de servicio en la que te paras 😂. Allí cogimos dos capuchinos para llevar por 2,50 €.
Seguimos nuestro rumbo a Madrid casi sin incidencias. Eso sí, a la altura de Medinaceli por obras nos encontramos un sólo carril y perdemos casi media hora. ¿a qué mente privilegiada se le ocurre dejar un sólo carril en el Puente de diciembre? sin comentarios.
Lo importante es que llegamos bien a nuestro destino después de un puente de cine ¡¡HASTA PRONTO ARAGÓN!!